En ocasiones, los profesionales nos encontramos con situaciones difíciles en las que nos resulta complicado actuar y tranquilizar a personas con un importante deterioro cognitivo y que se manifiestan agitadas y angustiadas. Imaginemos por poner un ejemplo que una persona está angustiada porque “quiere ir a buscar a su hijo al colegio y se le echa la hora encima” y constantemente está recibiendo mensajes de negativas y contención a la satisfacción de su deseo-intención. En estas situaciones, seguro que muchos de nosotros hemos probado a reorientar a la persona y que lejos de ayudar, parece que hemos empeorado más su situación emocional, cuando le hemos “recordado” que “su hijo en la actualidad tiene 50 años y ya no va al colegio…que se encuentra ingresada en una residencia….”.
En este caso, con nuestra buena intención ayudamos más bien poco. En estas fases de deterioro cognitivo, las claves, la información que permiten comunicarse, no se reconocen y se convierten en un sin sentido para los enfermos. Tratamos de llevar a la persona a “nuestra realidad”, en vez de entrar en la “suya”. Parece que en esta situación, la Terapia de Orientación a la Realidad no es tan efectiva.
A consecuencia de lo anterior y lejos de caer en el “sin sentido”, en el pensar que no se puede hacer nada por estas personas en esta situación más que callar, porque no están bien de la cabeza y es imposible la comunicación y el tratamiento, podemos buscar alternativas terapéuticas y de comunicación como son la Terapia de Validación y la Terapia de Resolución.
Haciendo un poco de historia, diremos que La Terapia de Validación fue desarrollada por Naomi Feil, una trabajadora social alemana que detectó que no se estaba haciendo lo suficiente en términos de cuidado con las personas que sufren deterioro cognitivo. Promovió este modelo basado en la empatía, en ponernos en el lugar de la persona con deterioro cognitivo grave y actuar en consecuencia de los cuidados que este tipo de personas necesitan. Esta empatía también debe estar acompañada por la aceptación de la persona con todos los pros y los contras que su situación conlleva.
Los principios generales en los que se basa la Terapia de Validación y plantea Feil, son los siguientes:
- Todas las personas son únicas y deben ser tratadas individualmente, independientemente de su grado de deterioro.
- Existe una razón y un porqué de cada conducta “anómala”.
- La conducta en la vejez está determinada por una serie de cambios físicos, psicológicos, sociales y anatómicos.
- La persona con deterioro cognitivo debe ser aceptada independientemente de su estado, sin críticas.
- La empatía reduce la ansiedad y la agitación de la persona con demencia, restaurando su dignidad.
- Reconoce los sentimientos de la persona con deterioro cognitivo.
Respecto al otro tipo de Terapia al que me he referido, La Terapia de Resolución, es similar a la Terapia de Validación, la cual utiliza la escucha reflexiva, para ayudar a los afectados a expresar sus sentimientos y reconocerlos.
Básicamente, estas técnicas procuran recuperar esa orientación personal-vital que tanto les angustia su déficit. Es comunicarnos teniendo en cuenta a la persona, en relación a quién es, a su identidad personal.
Si pensamos en el usuario no como una persona enferma con demencia, sino como una persona con sus características propias, si le reconocemos como persona, si le hacemos recordar de alguna manera de quién es, recogemos juntos esa sensación de identidad que se recuerda no conscientemente, le reconocemos como persona. Esta acción facilita la comunicación, el bienestar y les tranquiliza.
Estas prácticas no son la panacea, pero son herramientas prácticas y útiles que favorece la comunicación, da valor a lo que “nos queda tras una larga enfermedad neurológica” (capacidades, no sólo ausencia de capacidades), como son los sentimientos y las emociones y da valor real a la persona, a su identidad, a lo que ha sido y sigue siendo de alguna forma.
Parece que este tipo de técnicas se acercan mucho al de la comunicación del actual “Modelo Centrado en la Persona”.
La utilización de estas técnicas requiere para y por los profesionales de un cambio de esquema, de actitud, voluntad y aprendizaje.
Por mi parte, animo a los profesionales a que intentemos conocer al usuario y esforzarnos por conocerle bien (sus gustos, sus rutinas…), reconocer, empatizar con su propia identidad, con sus sentimientos y que busquemos ese mensaje oculto con sentido que hay detrás de ese balbuceo que tiene sentido para el anciano, con el fin de dignificar sus vidas y nuestra labor profesional.
Unai Pérez-Psicólogo de Loiu Gurena.